Estamos seguros que la integración de la psicoterapia será el pilar terapéutico del siglo XXI.

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El origen

La Escuela de Práctica Clínica Persum tiene su origen en una larga evolución y un intenso recorrido formativo y experiencial de sus directores: Esther Blanco y Andrés Calvo.

Han sido muchos los pacientes, más de 5.000, los que han pasado por la Clínica en estos 20 años. Esta experiencia cristaliza en una Escuela de Practica Clínica con capacidad de transmitir todos los conocimientos a las nuevas generaciones ávidas de manejar y desenvolverse de forma eficaz con modelos integradores. Una forma de entender la práctica clínica que, aunque novedosa en su aplicación, tiene un largo recorrido histórico.

La Escuela de Práctica Clínica es una entidad privada, vinculada a la Clínica Persum, que nace con la finalidad de llevar a los terapeutas noveles y expertos hacia la excelencia profesional.

Somos conscientes del número indeterminado e ingobernable de cursos, escuelas, muchas de ellas sin un encaje coherente de tratamiento.

Desde la Escuela de Práctica Clínica ofrecemos solo la teoría necesaria, siempre fruto de la experiencia, aquella no recogida en otros libros o manuales de intervención que saturan el mercado formativo. Te llevamos de la mano tutorizando tu práctica para que alcances la seguridad y la excelencia en el ejercicio diario de tu profesión.

modelo

¿Bajo qué modelo o modelos se moverá la Escuela?

Existen diferentes modelos de integración: eclecticismo técnico, integración teórica, factores comunes e integración asimilativa. Todos los intentos con sus seguidores y detractores.

La mayor parte de nuestros alumnos proceden de escuelas cognitivo-conductuales, un modelo con sus aciertos y limitaciones.

En la Escuela de Práctica Clínica conocerá otros modelos cuyo eje vertebrador estaría colocado en la personalidad del paciente, desde un conocimiento dimensional y estructural de la personalidad del paciente. Para nuestro modelo integrador es la personalidad quien guía las intervenciones.

Se trata de conducir al paciente a través de modificaciones de las unidades cognitivo-afectivas y representaciones mentales.

La práctica integradora es compleja pero necesaria para que el terapeuta tenga la capacidad de asistir diferentes grados de patología del paciente, así como obtener seguridad y serenidad ante el paciente más grave.

Quiero saber más

La psicoterapia de corte integrador es un enfoque de reciente aparición entre las formaciones con una vieja y larga historia. En 1992 la integración en psicoterapia cristaliza como modelo formal. Será hacia 2019 cuando la integración coja mayor fuerza como modelo establecido para los nuevos profesionales que quieran dedicarse a la salud mental. Cientos de artículos y libros son publicados hoy en día alrededor del concepto integración para poder decir hoy que el movimiento de integración en Psicoterapia ha llegado a su edad madura con reconocimiento y práctica internacional.

La psicoterapia integradora sintetiza teorías y métodos que toman en cuenta las dimensiones emocional, cognitiva y conductual. Pero también con psicoterapia de corte integrador nos referimos a la asimilación o “integración” dentro del paciente de los aspectos de la personalidad fragmentados o disociados.

Llevar a cabo una psicoterapia de corte integrador supone una gran responsabilidad para el clínico puesto que ha de disponer de amplios conocimientos y experiencia y moverse con flexibilidad entre ellos dependiendo de la personalidad de cada paciente. Diseñando tratamientos “a la carta”.

Agregar simplemente elementos, sumar estrategias tomando en cuenta que “más es mejor”, no necesariamente mejora la efectividad del tratamiento. Y aunque la integración de la psicoterapia efectivamente ha alcanzado la mayoría de edad, todavía no hemos logrado consenso o convergencia.

La integración en psicoterapia no puede quedar en manos de nuevo, de una escuela en particular o volveremos a cometer los mismos errores en nuestra disciplina.

La integración en psicoterapia tiene una larga historia, no puede convertirse en una “new age”, una moda derivada de la ingobernabilidad sobre las escuelas   y la falta de precisión del término. Ignorada por todo aquel que vela por su escuela teórica o sacada a la palestra para desvirtuar su esencia. En los últimos 40 años, la integración se ha convertido en un área de interés claramente delimitada. La integración en psicoterapia se ha convertido en la terminología más utilizada, pero ante el exceso de opciones, más de 500 escuelas podrían llegar a integrarse.

Aún hoy no estamos en posición de determinar de manera concluyente qué teorías, tratamientos o esquemas de unificación son mejores. Seamos honestos, lo que hoy podemos decir es que existen rutas derivadas de la práctica con el paciente, la larga experiencia y formación.

  • Inadecuación de teorías y tratamientos únicos.
  • Presencia de tratamientos a corto plazo centrados en los problemas.
  • Necesidad de recurrir a terapias cortoplacistas que necesitan ser aplicadas en entornos públicos o de financiación o los seguros.
  • Contingencias socioeconómicas que implican adaptar no solo la terapia al paciente, sino el contexto del mismo en términos socio-económicos.
  • Gravedad del paciente no siempre es la misma. El paciente más complejo requiere tratamientos más complejos si queremos que nuestras intervenciones no sean iatrogénicas.
  • Reconocimiento de que los puntos comunes terapéuticos contribuyen en gran medida al resultado al lado de tratamientos específicos y con evidencia.
  • Necesidad de una red profesional para la integración con profesionales de la psiquiatría y la nutrición.
  • Ningún tratamiento específico es el adecuado para todos los pacientes.
  • Insatisfacción de los modelos “puras” para el abordaje de los trastornos de la personalidad, trastornos de alimentación, abuso de sustancias, traumas, trastornos obsesivo-compulsivo o enfermedad mental grave.
  • Falta de modelos que den cobertura a la complejidad de la patología.
  • Existen muchos puntos en común entre las terapias
  • Conviene reconocer los factores específicos atribuibles a diferentes tratamientos
  • La variable personalidad del terapeuta ocupa un lugar central en las intervenciones
  • Importancia del vínculo del vínculo terapéutico entre paciente y terapeuta. No se trata de ser “empático” sino conocer los principios de una sólida alianza terapéutica.
  • La clave está en la combinación entre factores comunes y los tratamientos específicos
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